Resiliencia: ¿La gran olvidada de la alta dirección?

resiliencia

¿Conoces el término «Currículum Fracasional»? A bote pronto, nos traslada a lo opuesto de lo que la mayor parte de los profesionales desean proyectar en Linkedin. Su  creador, Albert Riba, empresario y escritor con títulos como Mamut o Sapiens, La parálisis que activa o Tropa Sapiens (Empresa Activa) lo define como «un repaso de nuestros fallos laborales, entender por qué ocurrieron, las consecuencias que trajeron y la lección que aprendimos de ellos». Eso sí, apunta Riba, «distinguiendo entre fracaso y error. La segunda palabra suele gustarnos más porque duele menos». En la línea de Riba, Harvard Business School, entre otras escuelas de negocios de todo el mundo, piden en su prueba de acceso a los futuros alumnos que escriban y detallen su mayor fracaso, del que más aprendieron.

Pero, ¿por qué esta tendencia a escudriñar en los aspectos, a priori, menos exitosos de nuestra carrera profesional, de nuestra empresa? La respuesta la tenemos en la «resiliencia», este concepto que nos permite asumir con flexibilidad situaciones límite y, lo más importante, en la labor de dirección empresarial: sobreponernos a ellas.

La resiliencia ya no es algo puramente teórico

La resiliencia ha llegado para quedarse en las escuelas de negocio. Sin embargo, y a tenor de las investigaciones del psicólogo de Harvard, Dan Gilbert, no es tan fácil que sea interiorizado como competencia clave en la dirección, con la finalidad de conseguir que las empresas estén preparadas para superar las etapas difíciles y ser capaces de lograr un desarrollo exitoso a pesar de las circunstancias adversas.

Uno de sus experimentos de Dan Gilbert y que sustentan esta teoría, consistió en una aplicación para teléfono móvil que preguntaba periódicamente a 5.000 profesionales de 83 países cómo se sentían, qué estaban haciendo y si estaban pensando en otra cosa diferente a la que estaban haciendo. Sus resultados, publicados en la revista Science, mostraron que los profesionales infravaloran su propia resiliencia: no se dan cuenta de lo fácil que será cambiar su visión del mundo si ocurre algo malo. Constantemente sobredimensionan lo infelices que serán ante la adversidad. El científico compara esta capacidad de adaptación con «un sistema inmune psicológico, similar al que defiende al cuerpo de gérmenes y enfermedades. Estas defensas de la mente, como las del cuerpo, son más fuertes en unas personas que en otras».

¿La resiliencia puede ser entrenada?

Pero tenemos buenas noticias: la resiliencia, clave en el crecimiento empresarial, puede ser desarrollada y entrenada. Vivimos en un mundo empresarial volátil, marcado por la incertidumbre, complejo y ambigüo… ¡qué duda cabe de que esta descripción nos da más argumentos más que suficientes para potenciarla en nuestra organización!

Las empresas resilientes, junto con los CEO resilientes y los gerentes y empleados resilientes, son las bases del éxito de las organizaciones y empresas. Pero, ¿qué define a una dirección resiliente de otra que no la es?

«Los directivos resilientes son capaces de enfrentar el fracaso, recuperarse, adaptarse rápidamente al cambio  y a la incertidumbre  para salir fortalecidos de  todo ello».

¿Qué podemos hacer para potenciar esta habilidad?

  1. Adaptarse a las nuevas situaciones, ya sean del mercado o laborales. Los cambios son siempre oportunidades, solamente hay que buscar el sentido a la nueva situación.
  2. Buscar la orientación hacia las soluciones: no sirve de nada quedarse anclados en los problemas. Marca objetivos y transmítelos a tu equipo.
  3. Conocer nuestras habilidades, confiar en ellas y utilizarlas para adaptarse a los cambios.
  4. Moverse por un ambiente optimista y de positivismo. Ser la primera pieza, como «director de orquesta» de este ambiente positivo en la empresa.
  5. Mantener una percepción lo más objetiva posible de las cosas, analizando las ventajas y las inconvenientes de cada situación.
  6. Valorar lo positivo de cada situación y de cada cambio y relativiza los  problemas buscando los pros  y no los contras.

De gran olvidada, a recurso de primer nivel, potenciar la resiliencia en las empresas y la alta dirección es la mejor manera de dar respuestas acordes a las demandas en una economía global, ya que promueve una alta capacidad de adaptación al cambio en los mercados y los riesgos que ello conlleva. Parafraseando a Freud: «He sido un hombre afortunado; en la vida nada me ha sido fácil».