Las empresas europeas ante la revolución tecnológica

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Cristina Quesada | Madrid

Senior Manager de IT Risk & Assurance de Ernst & Young

Con una Europa ante un escenario de crisis financiera, y de fondo la creciente competencia de los mercados de rápido crecimiento del mundo, nuestros dirigentes políticos siguen dándole vueltas a la necesidad de potenciar la innovación como recurso esencial del crecimiento económico, y esto ha sido así en los últimos años. Sin embargo, parece que la amplia gama de iniciativas llevadas a cabo, como el aumento masivo de fondos públicos, líneas de acción y la creación de comunidades o plataformas e infraestructuras en torno a la innovación, no han generado el éxito esperado. Parece que Europa se quedará de nuevo atrás en su objetivo de lograr un nivel de inversión en I+D+i del 3% del PIB en 2020.

¿Y qué papel juega la innovación tecnológica en todo esto? Las TIC, Tecnologías de la Información y la Comunicación, ya conforman más de la mitad de crecimiento de la productividad de la UE. Pero, ¿es esto suficiente? ¿Aprovechamos los europeos toda la potencialidad de las TIC para el desarrollo de negocio, para generar nuevas oportunidades o para lograr una mayor productividad? Todo indica que no, pues las TIC son el principal factor que explica la brecha de productividad entre EE.UU. y los países de la UE.

La baja especialización tecnológica de muchas empresas de la UE ha sido citada a menudo por la Comisión Europea como una de las causas de esta brecha. Y es que Europa tampoco parece estar yendo por el buen camino en términos de desarrollo TIC. Así lo pone de manifiesto un reciente estudio elaborado por Ernst & Young titulado The Power of Simplicity: Toward a smarter and streamlined innovation policy in the UE. El dato resulta particularmente relevante, ya que nos da mucho más que una pista sobre el hecho de que los europeos nos estamos perdiendo algo desde los tiempos de la revolución de Internet. Una actividad que, por otra parte, sí resulta una de las fuentes más importantes de crecimiento para las economías de todo el mundo.

A pesar de todo, la revolución tecnológica no se ha quedado solo en Internet, sino que ha evolucionado, y mucho. Fenómenos como el Cloud computing, el Big data, las redes sociales, la revolución de las comunicaciones inalámbricas y la movilidad TIC, imponen nuevos retos a usuarios y empresas. Y es que somos conscientes de que una nueva ola de innovaciones tecnológicas volverá a cambiar imperativamente la forma en que se desarrollan los productos y servicios. Una ola a la que las empresas europeas deben subirse definitivamente por suponer ésta más una oportunidad que una amenaza.

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