Potencia tu compasión, multiplica tu liderazgo

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La compasión es un concepto clásico que es hoy más necesario que nunca para las organizaciones actuales. Si sabemos de sus efectos positivos en el entorno laboral, ¿por qué nos resistimos a aplicarla con mayor frecuencia? Por David Reyero Trapiello.

Más intensa que la empatía, la compasión es un sentimiento que puede ser definido como un proceso de cuatro partes: atención, interpretación del sufrimiento, preocupación empática y acción para aliviar el sufrimiento. Sin embargo, aún levantamos muros a su alrededor al primer atisbo de presencia.

En este mundo cada vez más virtual y exigente es un ingrediente básico del mejor liderazgo y genera resultados diferenciales, dado que promueve más compromiso, orgullo de pertenencia y productividad laboral.

Los efectos de la compasión

Como ejemplo, Harvard Business Review ha diseñado un índice (Global Empathy Index) que correlaciona atributos de buena gestión (con foco en compasión y empatía) y resultados corporativos. En su análisis las mejores compañías (10% superior) han crecido en sólo un año un 50% más en capitalización bursátil que las del 10% inferior.

A nivel individual, las personas compasivas consiguen una conexión más profunda con los demás, más allá de los canales de comunicación habituales. Esto les permite entender mejor qué está pasando, influir con más potencia, tomar elecciones más sabias, transformar realidades, ganar credibilidad.

La compasión genera múltiples beneficios que desea cualquier líder con intención de tener impacto, ser sostenible y dejar un buen legado.

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Liderazgo compasivo, no pasivo

La compasión no es blandura ni está reñida con la resiliencia, la firmeza o impulsar decisiones difíciles y necesarias, que serán mejor asumidas y valoradas si surgen de un líder compasivo y creíble.

El liderazgo compasivo supone un estilo exigente y dedicado: conocer al equipo, destruir barreras, crear valores de equipo, escuchar y responder, prestar atención, lograr metas compartidas, con un enfoque basado en la abundancia y conectar con los demás desde un optimismo realista.

La compasión es una actitud que debemos aplicarnos a nosotros mismos para aprovecharnos de sus beneficios, como explica Marcos Cajina en este gran artículo. La autoexigencia es muy sana y necesaria para acercarnos a nuestro propósito y mejor versión. Por el contrario, en exceso puede minar nuestra autocompasión y autoconfianza, potenciar nuestras creencias limitantes, fomentar una autopercepción negativa que será perjudicial para aflorar nuestra grandeza innata. Supone también un buen síntoma de madurez personal.

Como explica Jeff Weiner (CEO de Linkedin): “el consejo que me daría a mí mismo si volviera a tener 22 años es que sea más compasivo”

La fortaleza del líder

“Las personas olvidarán lo que dijiste y lo que hiciste, pero nunca olvidarán cómo las hiciste sentir” decía Maya Angelou. La compasión es una magnífica forma de conectar profundamente con los demás. Algo fundamental en estos tiempos de crisis y cambios radicales.

Si la combinamos con otras actitudes básicas (humildad, confianza, gratitud, optimismo, pasión o resiliencia) estaremos mejor preparados para las adversidades que el futuro nos deparará con certeza.

Hoy muchas personas en el mundo ya practican el lenguaje universal de la compasión como herramienta que facilita su plenitud personal y profesional. Un sentimiento que conecta con la grandeza, bondad y solidaridad que todo ser humano lleva genuinamente dentro.

David_Reyero

 

David Reyero Trapiello
Senior HR Business Partner
Sanofi Iberia

Twitter: @davidreyero73