Pino Bethencourt | 20 de noviembre de 2015
Hay una empresa de moda sostenible que recita “donde otros ven basura, nosotros vemos materia prima”. Tanto les gusta crear cosas nuevas con la basura que Ecoalf lanza en pocos días una fundación destinada a remunerar a los pescadores levantinos por recoger basura del mar, con la que fabricarán ropa y accesorios. Pues bien, su slogan me hizo pensar en otra gran verdad del liderazgo, porque “donde otros ven debilidad, yo veo potencial de grandeza”.
Aunque todos tenemos debilidades que escondemos e intentamos resolver como sea, son los discapacitados quienes mejor materializan este principio. Las debilidades que no pueden ocultarse, y que tampoco pueden resolverse, hacen grandes a quienes cargan con ellas…aunque sólo sea por pura necesidad de supervivencia. Se convierten así en referentes de esfuerzo, tenacidad, creatividad e ilusión desbordante, como demuestran la nueva agencia de conferenciantes “trainers paralímpicos” lanzada por la Fundación ONCE.
Sumando 341 medallas, estos deportistas testados continuamente hasta sus límites tanto físicos como emocionales comparten ahora sus técnicas, sus secretos, y sus estrategias para superar la debilidad en eventos empresariales. Parece que volvemos a nuestros orígenes más ancestrales, allá cuando los pueblos indígenas veían a los discapacitados como seres superiores que habían escogido un destino más duro, guiando a sus pueblos desde un lugar más cercano a lo divino.
[pullquote]Sed lo bastante locos como para destapar vuestras debilidades[/pullquote]
Hace años yo huía de la debilidad tanto como cualquier otro. La basura me parecía una cochinada horrorosa. ¡Era doña asquitos! Por mucho que me dijeron las monjas del colegio que uno debe amar al prójimo y ayudar al necesitado, yo francamente no aguantaba demasiada exposición a la debilidad. Al contrario, buscaba la fortaleza en todas sus formas. Me arrimaba a los líderes empresariales buscando aprender. Y sí, lo aprendí todo sobre armaduras, estrategias, juegos de poder, cómo manipular apariencias y jugar duro. No me sirvió, sin embargo, para escaparme de mi propia debilidad. Nuestras debilidades nos atrapan antes o después. Es sólo cuestión de tiempo.
Lo que no habría podido anticipar nunca fue que sería precisamente entrar en mis debilidades y miedos más profundos lo que me daría auténtica fuerza. Fuerza de la que no requiere hacer esfuerzos ni pensar en futuro ni adelantarse a los movimientos del otro. Fuerza que sientes con tal claridad que también la sienten los demás a tu alrededor. Fuerza que no busca destacar ni llamar la atención. No necesita arrimarse a nadie. Simplemente es. Tan profunda que magnetiza a la gente de un modo sorprendente, completamente impredecible y casi mágico.
Y así me he convertido en una coach que admira las debilidades en los demás. Que sabe apreciar la dificultad cotidiana interminable, y a veces insoportable, en las personas que otros acusan de débiles, patéticas, estúpidas o inconscientes. ¡Qué fácil es acusar la debilidad en los demás! ¡Qué difícil es admitirla o incluso mostrarla públicamente en nosotros mismos! Y qué soledad tan enorme genera este doble rasero de medida en nuestra sociedad actual.
Mi propia debilidad ha sido la fuente de todo lo que me hace grande, interesante y humana. Sin lugar a dudas. Sin ella yo habría sido otra niña mona y pijita con complejo de superioridad y la seguridad inocente del que nunca ha carecido de nada. Habría repartido charlas pomposas sobre el éxito basado en el esfuerzo porque nunca me habría caído de bruces luchando contra obstáculos imposibles, inquebrantables bajo mis mejores golpes. Quizás saldría a menudo en portadas de revista sonriendo con photoshop y máscara de comunicadora estratégica, recitando frases hechas para tapar lo feo y destacar lo bonito de mi vida.
Ver belleza en la basura o grandeza en la debilidad requiere un gran cambio de chip. Algunos dirían que un cambio irreversible de nuestra percepción como este es el verdadero aprendizaje. Es casi un salto al vacío en este mundo científico que hemos creado, donde todos apoyamos nuestra certeza en endiosados gurús externos y supuestas verdades socialmente aceptadas, las cuales a posteriori resultan ser grandes mentiras al servicio de unos u otros.
Requiere una enorme inversión en I+D+I. Tan grandes son las inversiones y los riesgos que uno debe asumir para transformar la basura humana en grandeza y belleza, que nadie en su sano juicio lo haría. Nadie elegiría estos caminos voluntariamente. Ningún análisis científico o estratégico nos animaría a entrar en los infiernos del alma, o los basureros del planeta.
Pero como ya dijo Steve Jobs en su maravilloso anuncio de Apple de los noventa, “Here’s to the crazy ones. Think different” – que traducido al español significa “un brindis a los locos, piensa distinto” – son solo aquellos lo bastante locos como para pensar que pueden cambiar el mundo, quienes consiguen hacerlo.
De modo que debo alentaros a todos a entrar de lleno en vuestra propia basura vital. Mirad de frente vuestras debilidades y aprended a enseñarlas, compartirlas, llorarlas y lucharlas con toda vuestra pasión y ahínco. No sé si cambiaréis el mundo de los demás, pero sí puedo garantizaros que transformaréis radicalmente vuestra experiencia del mundo y vuestra visión de vosotros mismos.
No escuchéis a nadie que pretenda haceros entrar en razón o deteneros en vuestras aventuras. Los héroes no se curten a fuerza de éxitos, sino que se hacen fuertes tras sufrir fracasos, heridas y humillaciones. “No puedes conectar las puntos hacia el futuro, sino sólo cuando miras al pasado”, dijo en otra ocasión Steve Jobs.
Aquí mi particular brindis a Ecoalf, a los Paralimpic trainers, y a todos aquellos a quienes los ignorantes han tachado alguna vez de débiles o de locos. Si aspiráis a ser líderes, o tan solo a vivir como hombres y mujeres profundamente libres, sed lo bastante locos como para destapar vuestras debilidades. En la debilidad encontraréis vuestra grandeza.