Por David Boronat, Presidente de Multiplica | El libro La psicología del dinero de Morgan Housel es probablemente uno de los mejores libros que he leído en mucho tiempo, sobre todo para entender un poco mejor ‘cómo piensan los ricos’.
Así que si todavía no lo eres y no te importaría serlo, sigue leyendo aunque te avanzo que el resumen es largo. Los insights del libro no merecen menos, aunque mi resumen no sé si le hace suficiente justicia.
Aquí las 10 cosas que tienes que saber para ser rico:
- Esto realmente va de psicología
Para que te vaya bien en cuestiones de dinero, parece ser que poco tiene que ver con lo listo que seas y mucho con cómo te comportas. Y a pesar de ello, nuestra manera de pensar sobre cómo hacer dinero se parece demasiado al funcionamiento de la física (con sus normas y leyes) y no lo suficiente a la psicología (con emociones y matices). Y aunque la gente hace locuras con el dinero, nadie está realmente loco.
Por eso, para entender por qué la gente se endeuda hasta el cuello, no hace falta estudiar economía o por qué suben o bajan los tipos de interés; hay que estudiar la historia de la codicia, la inseguridad y el optimismo del ser humano.
Toda decisión financiera que toma una persona, en cualquier caso, tiene sentido para esa persona en ese momento y confirma aquello que tiene que confirmar. Las personas nos contamos una historia sobre lo que hacemos y por qué lo hacemos, y esa historia es fruto de las experiencias vividas.
Así que primera idea: ¡Cuidado con las cosas que necesitamos contarnos a nosotros mismos! Los relatos que nos hacemos a nosotros mismos son de lejos la fuerza más poderosa de la economía. Son el combustible que hace que las partes tangibles de la economía funcionen o su mayor freno.
Y el problema es que cuanto más deseamos que algo sea verdad (por ejemplo, que las criptos vuelvan a subir), mayor será la probabilidad de que creamos un relato que sobrevalore que sea verdad.
Todos queremos que el mundo complicado en el que vivimos tenga sentido. Así que nos contamos historias para llenar las lagunas que en verdad son normalmente nuestros puntos más ciegos.
2. Hazte optimista
El optimismo es creer que la probabilidad de que salga un buen resultado está a tu favor a la larga (aunque por el camino vaya a haber contratiempos).
Pero, el pesimismo nos rodea más que el optimismo, ya que suena como algo más inteligente y plausible. Y, así los pronósticos rebosantes de optimismo, casi nunca se toman tan en serio como a los profetas que anuncian calamidades.
Si dicen que nos espera un crecimiento medio, a nadie nos importará mucho. En cambio, si dicen que se avecina una gran recesión, nos abalanzaremos sobre los periódicos. Esta asimetría entre el poder de las expectativas o de las experiencias positivas y negativas tiene una historia evolutiva. Los organismos que abordan las amenazas con más urgencia que las oportunidades tienen una mayor probabilidad de sobrevivir y reproducirse. Pero, eso al mismo tiempo nos hace más asustadizos y tomar decisiones – en lo que al dinero se refiere – equivocadas.
Por eso, los ricos son optimistas en el largo plazo.
3. La clave está en el interés compuesto
Invertir bien no significa necesariamente obtener la rentabilidad más alta. Se trata de obtener una rentabilidad bastante buena que pueda mantenerse y que pueda repetirse por el periodo más largo posible. Es entonces cuando el potencial de la acumulación obra milagros.
Así es como funciona el interés compuesto. Y así es como le ha ido bien a Warren Buffet. Seguramente es hábil invirtiendo, pero su secreto es el tiempo.
La capacidad de estar ahí durante mucho tiempo, sin arruinarse ni verse forzado a abandonar, es lo que marca más la diferencia. Esta debería ser la piedra angular de tu estrategia, ya sea al invertir o al construir tu carrera profesional o tu propio negocio.
Para invertir bien no hay que tomar necesariamente buenas decisiones. Lo que hay que hacer es no meter nunca la pata. Buffet es lo que no hizo. No se dejó llevar por el endeudamiento. No cedió al pánico y no vendió durante las catorce recesiones que ha vivido.
La mayoría de las recomendaciones financieras son sobre hoy. ¿Qué deberías hacer ahora mismo y qué acciones parecen una buena compra hoy? No obstante, la mayoría de las veces el hoy no es tan importante. Importarán tanto como lo que hagas durante los pocos días – probablemente un 1% del tiempo o menos – en que todo el mundo a tu alrededor se esté volviendo loco. Por ello, debemos aprender a mantener la calma durante el tiempo en que la economía entre en recesión o esté cerca de ella para que nos vaya bien en el largo plazo.
Si queremos mejorar como inversor, lo más poderoso que podemos hacer es alargar nuestro horizonte temporal. El interés compuesto funciona mejor cuando a un plan le puedes dar años o décadas para que crezca. Esto no es aplicable solamente a los ahorros, sino también a las trayectorias profesionales y a las relaciones. La perseverancia es un factor clave. Y cuando piensas en nuestra tendencia a cambiar lo que somos a lo largo del tiempo, te das cuenta de que conservar el equilibrio en cada momento de tu vida se convierte en una estrategia para evitar futuros motivos de remordimiento.
Por eso, pensar en la volatilidad del mercado como una tarifa en vez de como una multa es una parte importante de desarrollar la suerte de mentalidad que te va a permitir mantenerte fiel a tus inversiones lo bastante para que las ganancias de tales inversiones trabajen a tu favor. Pocos inversores están dispuestos a decir: ’En realidad no pasa nada si pierdo un 20% de mi dinero’.
La lección que hay que extraer de ello es que pocas cosas importan más, en cuestiones de dinero, que entender cuál es tu propio horizonte temporal y no dejarte arrastrar por las acciones y el comportamiento de personas que juegan a juegos distintos del tuyo.
Cuando los inversores tienen objetivos y horizontes temporales distintos – y esto se da en todas las clases de activos – precios que parecen ridículos para una persona pueden tener sentido para otra, porque los factores a los que esos inversores prestan atención son diferentes. Estar bajo el influjo de personas que juegan a otro juego a ti también puede confundirte con respecto a cómo piensas que debes gastar tu dinero.
Así que mucha calma cuando el resto se ponga nervioso.
4. La suerte y el riesgo son dos caras de la misma moneda
Nadie piensa que la suerte tenga importancia en el éxito financiero. Pero, la tiene y mucho. Nos pensamos que a los que les fue bien le fue bien por su acierto y esfuerzo individual.
Pero, la línea entre la audacia y la temeridad puede ser muy fina y entre una apuesta ‘inspiradoramente audaz’ y ‘locamente temeraria’ puede ser solo de un milímetro y solo puede verse a toro pasado.
Estudiar a una persona concreta puede ser peligroso porque tendemos a estudiar ejemplos extremos – los multimillonarios, los directores ejecutivos o los grandes fracasos que predominan en las noticias -, y los ejemplos extremos a menudo son los menos aplicables a otras situaciones debido a su complejidad.
Nada es ni tan bueno ni tan malo como parece.
5. Pocas son las apuestas que lo definen todo
En cómo invertimos nuestro dinero, la ley de Pareto también se da y mucho. Así que puedes equivocarte la mitad de las veces (o más) y, aún así, ganar una fortuna.
Buffet ha sido propietario de entre 400 y 500 acciones y ha obtenido la mayor parte de su dinero gracias a tan solo diez de ellas. Los grandes marchantes de arte compran todo lo que pueden. Lo compran incluso en paquetes. No adquieren piezas individuales que les gusten. Luego se limitan a esperar a que de ahí surjan algunos éxitos. Así es como funciona. Disney había producido más de 400 películas de dibujos animados. La mayor parte le hicieron a Disney perder una fortuna. Hasta que Blancanieves y los siete enanitos lo cambiaron todo.
Va contra la intuición pensar que un inversor pueda equivocarse la mitad de las veces y, aun así, ganar una fortuna. Significa que infravaloramos lo normal que es que muchas cosas fracasen. Y eso nos lleva a reaccionar de manera desproporcionada cuando lo hacen.
Pensar en nuestros errores, nuestras pérdidas y nuestros contratiempos nos hace pensar que algo estamos haciendo mal. Pero es posible que hagamos cosas mal, o bastante bien, tan a menudo como los números uno. Puede que ellos estuvieran más acertados que nosotros en los momentos de acierto, pero podrían haberse equivocado tanto como tú. Así que no nos dejemos impresionar.
6. Siempre con cierto margen de error
Continuamente pasan cosas que no habían ocurrido antes. Es difícil anticiparse al mundo. Precisamente porque está lleno de sorpresas. Las sorpresas pasadas deberían llevarnos a admitir que no tenemos ni idea de lo que podría ocurrir en el futuro. Los sucesos económicos más importantes del futuro serán eventos sin precedentes. No estaremos preparados para ellos.
Por eso, debemos darnos margen para el error y planificar para cuando tu plan no vaya según lo planificado.
La historia está sembrada de buenas ideas que se llevaron demasiado lejos, las cuales son indistinguibles de las malas ideas. La sensatez de tener margen para equivocarse es reconocer que la incertidumbre, la aleatoriedad y la probabilidad son una parte que siempre está presente en la vida.
Muchas apuestas fracasan no porque fueran erróneas, sino porque eran en su mayoría correctas siempre que las cosas hubieran salido exactamente como estaba previsto. El margen para el error es una de las fuerzas más infravaloradas de las finanzas.
El margen de error es la única forma efectiva de navegar de manera segura por un mundo gobernado por la probabilidad y no por las certezas. La persona con suficiente margen para el error que le permita resistir a las adversidades tiene ventaja sobre la persona que, cuando se equivoca, lo pierde todo y queda fuera de juego.
Tienes que asumir riesgos para progresar, pero no merece la pena asumir ningún riesgo que pueda arruinarte. Por eso, el apalancamiento es el demonio. El apalancamiento – endeudarse para hacer aumentar tu dinero – empuja los riesgos habituales hasta límites que pueden conducir a la ruina.
Sin quererlo, subestimamos sistemáticamente el riesgo.
7. Hay que saber cuando es suficiente
La habilidad financiera más difícil es conseguir que la meta deje de moverse y que en algún punto digamos ‘ya es suficiente’. Suficiente no significa demasiado poco. Suficiente significa darse cuenta de que lo contrario – un deseo insaciable de tener más – te llevará hasta un punto en el que te vas a arrepentir.
Y a más tienes, más quieres. Pero, siempre va a haber alguien por arriba con el que compararnos y con el que todo lo logrado nos sepa a poco. El capitalismo contemporáneo hace dos cosas de maravilla: generar riqueza y generar envidia. Por eso, la comparación social es una batalla que nunca se puede ganar.
8. La única forma de ser rico es no gastar el dinero que sí tienes
El nivel supremo de riqueza es la posibilidad de levantarte por la mañana y decir: ‘hoy puedo hacer lo que me da la gana’. La posibilidad de hacer lo que quieras, cuando quieras, con quien tú quieras, durante todo el tiempo que quieras no tiene precio. Es el mayor dividendo que reporta el dinero.
Tener una fuerte sensación de controlar la propia vida es un indicador más fiable de tener un sentimiento positivo de bienestar. El mayor valor intrínseco que tiene el dinero es su capacidad de darnos control sobre nuestro tiempo.
Hay pocas evidencias de que los ciudadanos seamos, en promedio, más felices de lo que éramos en los años cincuenta del siglo XX. Parte de lo que ha ocurrido aquí es que hemos empleado nuestra mayor riqueza para comprar cosas mejores y más grandes. Pero al mismo tiempo hemos perdido el control sobre nuestro tiempo.
En comparación con las generaciones anteriores, ha disminuido nuestro control del tiempo. Y, ya que controlar nuestro tiempo es un factor tan clave para ser feliz, no debería sorprendernos que la gente no se sienta muy feliz, aunque, de media, seamos más ricos que nunca.
Da igual cuánto ganes, nunca vas a acumular riqueza a menos que sepas poner coto a lo mucho que te diviertes con el dinero que tienes ahora mismo.
La riqueza no es más que las sobras acumuladas después de gastar lo que has ganado. Una de las maneras más potentes de acrecentar tus ahorros no es aumentando el sueldo. Es aumentando la humildad. Cuando defines los ahorros como la diferencia entre tu ego y tus ingresos te das cuenta de por qué mucha gente con unos ingresos decentes ahorra tan poco. Es una lucha diaria contra los instintos de abrir su plumaje de pavo real hasta sus límites y aguantar así siguiendo el ritmo de los demás, que hacen lo mismo.
La gente tiende a querer riqueza para convencer a los demás de que deberían quererlos y admirarlos. Tal vez pienses que quieres un coche caro, un reloj de lujo o una casa enorme. Pero – según Morgan – no es eso lo que quieres. Lo que quieres es que los demás te respeten y te admiren. Si tu objetivo es conseguir respeto y admiración, ve con cuidado con cómo quieres lograrlo. La humildad, la amabilidad y la empatía te reportarán más respeto del que jamás te darán los caballos de potencia.
Por eso, el mundo está lleno de gente que parece humilde, pero que en realidad es rica, y de gente que parece rica, pero que vive al borde de la insolvencia.
9. Nos toca ahorrar
Según Morgan, la gente se clasifica en tres grupos: los que ahorran, los que no creen que puedan ahorrar y los que no creen que deban ahorrar.
Pero, ahorrar es una cobertura contra la inevitable capacidad de la vida de sorprenderte lo que no está escrito en el peor momento posible. Por eso, no necesitamos comprar algo en específico para empezar a ahorrar. Podemos ahorrar sólo por el simple hecho de hacerlo.
Los ahorros reportan un interés del 0%. Pero valen y mucho si nos dan la flexibilidad para coger un trabajo con un sueldo más bajo pero que tenga más sentido, o para esperar oportunidades de inversión que llegan cuando quienes no tienen flexibilidad se desesperan. Si tienes flexibilidad, puedes esperar a que lleguen buenas oportunidades, tanto en tu vida profesional como para tus inversiones.
Ahorra. Así de claro. La vida de cualquier persona es una cadena continua de sorpresas. Ahorra pensando en un mundo en el que los imprevistos son más habituales de lo que esperamos. Y ten siempre un 20% de tus ahorros líquidos. La liquidez es el oxígeno de la independencia.
Al fin y al cabo, las decisiones se toman sentados a la mesa cenando. A menudo no se toman con la intención de maximizar la rentabilidad, sino con la de minimizar la probabilidad de decepcionar a tu pareja o a tus hijos. Por ello, debemos minimizar nuestro arrepentimiento futuro.
10. Lo difícil es conservar lo ganado
Hay un millón de maneras de hacerse rico, y muchos libros sobre cómo hacerlo. Pero solo hay una manera de conservar la riqueza: una combinación de austeridad y paranoia. Conseguir dinero es una cosa. Mantenerlo es otra.
Ganar dinero requiere asumir riesgos, ser optimista y jugársela. Sin embargo, conservar el dinero requiere lo contrario de asumir riesgos. Requiere humildad y miedo a que puedas perder lo que has conseguido con la misma rapidez. Requiere austeridad y la aceptación de que al menos parte de lo que has conseguido es atribuible a la suerte, de modo que no puedes fiarte de los éxitos del pasado para repetirlos indefinidamente.
Una mentalidad que puede ser paranoica y optimista al mismo tiempo es difícil de mantener, porque ver las cosas en blanco y negro requiere menos esfuerzo que aceptar los matices. Pero es necesario ser paranoico a corto plazo para mantenerte vivo lo bastante para explotar el optimismo a largo plazo.
David Boronat | Presidente y Fundador de Multplica