Así lo creen los autores José Luis Cordeiro Mateo y David William Wood. No son los únicos. El crecimiento de la Silver economy es muestra de ello.
Cuánto ha aumentado la esperanza de vida? En España, en 2022, era de 83,2 años. En la Unión Europea, de 80,7 años. Es decir, en los últimos sesenta años, la esperanza de vida al nacer se ha visto incrementada en más de 14 y todo apunta a que las cifras de longevidad, al menos en nuestro país, seguirán en ascenso.
Esto supone no solo un reto demográfico o para los sistemas sanitarios, si no a todos los niveles. No tenemos más que conversar con los líderes de algunas de las principales compañías españolas, como hacemos normalmente en Canal CEO, para darnos cuenta de la enorme brecha que se abre en las plantillas. Aquella que separa a los jóvenes talentos de los perfiles senior y que refleja con enorme fidelidad el último informe de Merck sobre edadismo en el entorno laboral.
De hecho, hablar de longevidad nos lleva inmediatamente a una de las últimas publicaciones en analizar este reto. Se trata del libro La Muerte de la Muerte, donde sus autores, José Luis Cordeiro Mateo y David William Wood, exploran las enormes oportunidades que brinda esta nueva realidad y que hoy se aglutinan bajo la denominada Silver economy.
Las posibilidades de un colectivo en ciernes
Y es que,, “la posibilidad científica de la inmortalidad física y su defensa moral”, como indica el propio título del libro, abre un escenario en el que la muerte podría ser opcional hacia 2045, gracias a tecnologías ahora disruptivas como la inteligencia artificial, la regeneración de tejidos o la impresión de órganos. ¿Podríamos estar ante la resolución al problema del envejecimiento del cuerpo humano?, plantean sus autores. Y en ese caso, ¿cómo desarrollar ese sector del antienvejecimiento?
Dicha baza económica cobra fuerza ante el descenso cada vez más acuciado de la natalidad (del 24,1 % en la última década en España, según datos del INE) y de las previsiones acerca del envejecimiento de la población.
Según la OMS, entre 2015 y 2050 el porcentaje de los habitantes del planeta mayores de 60 años casi se duplicará, pasando del 12 al 22 %.
Así que, ¿cómo gestionar esa Silver economy? Muchas empresas ven en los retos múltiples oportunidades, y han comenzado a explotarlas:
La inversión en la industria de la longevidad
Nos referimos a empresas de biomedicina o biotecnología, por ejemplo. Una industria que trata de frenar el envejecimiento y que aumenta sus inversiones y rentabilidad gracias a la apuesta de las multinacionales. Un escenario del que se hacen eco los autores de La Muerte de la Muerte y que alcanza un valor de 110.000 millones de dólares.
La industria del ocio o de los cuidados
En definitiva, los productos y servicios para mayores, que podrían disparar las cifras de facturación a varios millones de euros en tan solo tres años, tal y como señala un informe de la Comisión Europea.
De hecho, según el IV Barómetro del consumidor senior, para más de 7 de cada 10 sus costes suponen menos del 30 % de los ingresos percibidos y 7 de cada 10 ha viajado también por vacaciones en el último año. Por otra parte, los seniors digitales se consolidan a razón de un millón cada año.
La oportunidades para el mercado laboral
Esta fuerza de trabajo supone una masa crítica. Los perfiles seniors pueden ser un valor añadido para el mercado laboral, por ejemplo, a través del desarrollo de nuevas carreras profesionales que relancen sus capacidades o donde la experiencia y el rol de asesor tengan un peso mayor.
Pero hablar de oportunidades requiere valorar el hecho de envejecer. Y teniendo en cuenta que cada vez son más las voces expertas que, como José Luis Cordeiro Mateo y David William Wood, vaticinan lo posible de aquello que parecía imposible: la eterna juventud, y no en un horizonte muy lejano, que menos que tomar en cuenta esta variable.
Para las empresas, el hacerlo resulta acuciante. No en vano, el boletín económico del Banco de España El impacto del envejecimiento poblacional sobre la evolución de la tasa de actividad en España, publicado a mediados del pasado año, señalaba que de aquí a 2030 la fuerza laboral disminuiría en casi un punto y, con ella, también lo haría la tasa de actividad.
Prepararse para un escenario radicalmente diferente a causa de la longevidad parece acuciante en todos los sentidos.